• Recorrido Torrelaguna Patones 1ºZ Junio

Otro año más la excursión histórica- ambiental ha dado una alegría a los asistentes de 1º Z conociendo uno de los rincones más desconocidos de la sierra pobre de Madrid, aunque con más encanto para los visitantes

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Empezamos la tarde, calurosa pero llevadera, en la villa de Torrelaguna, que encierra un patrimonio cultural-histórico que la califican de bien de interés. Primero, nos acercamos a la casa palaciega de los Vargas, situada en el centro del pueblo dónde contemplamos su blasón nobiliario y entendimos que estuviera de siervo San Isidro Labrador. Una vez vista, nos trasladamos por las calles históricas, mientras dabamos cuenta de unos ricos pastelitos típicos de la zona, hasta llegar al busto del cardenal Cisneros, orihundo del pueblo en el siglo XV, y personaje religioso y político importante durante el reinado de los reyes católicos.

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Con paso firme pero parsimonioso condicionados por la temperatura exterior, dejamos atrás el palacio de salinas del siglo XVI, y cruzamos la muralla medieval , ya en en el caso antiguo, por calles estrechas que nos transportaban a mucho tiempo atrás. Sin darnos cuenta, chocamos con el convento de la concepcionistas y su abadía, bastante restaurado y con un toque actual muy moderno. Desgraciadamente fue destruido por los bombardeos durante la guerra civil española.  Continuamos unos metros más hasta alcanzar la plaza mayor, portificada de aspecto rectangular de la época renacentista, con el ayuntamiento y la Iglesia Mª Magdalena en su interior. 

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Nos deleitamos con su estilo gótico y todo tipo de elementos arquitectónicos que aportaban una estética francamente bella. Hacia el Norte, continuamos, por calles y plazas judías descendentes que nos conducía hasta la puerta o arco de la muralla, parcialmente reconstruida , con un antepasado fiscal importante, ahí tenían que pagar un impuesto aquellos comerciantes que querían entrar al interior del pueblo. Desde este callejón, pudimos ver el puente románico sobre un cauce seco de un torrente.

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Una vez terminado el recorrido por las entrañas de Torrelaguna, nos dirijimos a Patones de Abajo para subir andando por un camino de fuerte desnivel hasta Patones de arriba. Durante la subida observamos los diferentes materiales geológicos mientras nos sobrevolaban vencejos, golondrinas, aviones roqueros o jugaban con saltos discontinuos algún roquero solitario macho a la vez que vigilaba el nido, probablemente.

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El ascenso fue duro y en algunos momentos nos faltaba el aire del elevado desnivel, hasta que llegamos a la carretera con el viaducto del canal de Isabel II; allí nos apareció ante la mirada sorpresa de todos una mama corza bebiendo agua de las fugas del propio conducto. Tras dar un giro de 180º ,subimos al cerro para ver el aspecto general del valle de río Jarama dónde escudriñamos campos de cereal combinados con olivares y viñedos dando una estética francamente bonita.

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Bajamos al pueblo de Patones de Arriba para patear la arquitectura negra de sus casas así como de su iglesia en un paseo casi en la penumbra con un aire fresco serrano. Ya casí de noche nos vamos rápidamente a la Presa del Pontón de la OLiva, en su camino y a lo lejos divisamos las chimeneas de hadas con su carácter rojizo arcilloso con un halo de misterio. Una vez llegamos a la presa, nos comemos un bocata, con muchas ganas, mientras que observamos el cañón del río Lozoya con los escaladores suspendidos de sus cuerdas.

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Finalmente, nos trasladamos a la presa del Atazar para distinguir el último punto de interés didáctico; el meandro abandonado sobre el río Lozoya, de una espectacularidad visual , incrustado en un terreno pizarroso gris sobre un cerro suavizado por la erosión alpina ; con la noche casí encima y con una  temperatura agradable para nuestros cuerpos sudados, nos pusimos rumbo a Madrid con mucha energía positiva y la sensación de haber aprendido algo de la historia de Madrid.

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Gracias a todos los que asistieron a la excursión.

Un saludo

David

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